Aunque a España sólo han llegado unos pocos y a Madrid concretamente, los refugiados de la guerra siria y otros conflictos de Medio Oriente, están desplazando a millones de refugiados, aunque la mayoría a países colindantes con Siria. En el caso de los que logran llegar a Europa, una de las tareas fundamentales es la de que reciban un tratamiento psicológico, puesto que dejan atrás toda una vida y una cultura diferentes, además del trauma que supone huir de una guerra y atravesar un camino nada fácil hasta llegar a nuestro continente.
La vida en campos de refugiados, en ciudades de paso donde puedan ser rechazados, donde les falten oportunidades de cualquier tipo o la propia relación con mafias para llegar a Europa les expone a situaciones psicosociales en las que los psicólogos tienen que saber actuar para poder reaccionar de una forma óptima. Se han realizado estudios sobre estos asuntos que indican que entre este colectivo el Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) es uno de los síntomas más frecuentes, resultado de estar sometidos a situaciones tan tensas. Además, tienen un impacto considerable en los niños, lo que puede afectar de forma trascendental a su personalidad o enfermedades futuras.
Según este estudio, hay intervenciones psicológicas que se están estudiando, y parece que poco a poco resultando efectivas, con los refugiados. Están centradas en el trauma de la Terapia Cognitivo Conductual (TCC), y la Desensibilización y Reprocesamiento por medio de Movimientos Oculares (EMDR). Estas han sido efectivas en personas occidentales que han sufrido algún trauma. Con el colectivo del que hablamos se está investigando aún, a pesar de que si se amoldan a este tipo de población, las intervenciones multicomponente centradas en el trauma están resultando eficaces con refugiados y refugiadas que sufren de TEPT.
No obstante, el mismo estudio enfatiza en que a raíz del reasentamiento en otro país y cultura, después de haber pasado por un campo de refugiados, pueden surgir nuevos factores de estrés que dificulten su adaptación, por lo que es necesario trabajar con la psicología comunitaria. En estos casos, habrá que estudiar los casos personales de cada caso para que la integración pueda darse de una forma óptima, qué motivación tienen para aprender la nueva lengua y estilo de vida del país de acogida, sus habilidades para adaptarse al entorno… Y cómo no, es necesario ayudar a esa integración, facilitándoles el acceso al sistema jurídico, sanitario y educativo del país. También es importante continuar con tratamientos centrados en el TEPT, pero adaptados a las costumbres culturales y lingüísticas de su nuevo hogar.