No es algo que suela salir en los medios de comunicación, pero los suicidios siguen estando a la orden del día en nuestro país. De hecho, recientemente el Instituto Nacional de Estadística ha publicado un informe de los motivos de muerte en 2014, y el suicidio es la primera causa de fallecimiento no natural en España. Un dato alarmante a tener en cuenta.
El 26,2% (casi 4000 personas) de las 14.903 muertes por causas externas de aquél año fueron suicidios. Sobre todo son casos que se dan en los hombres bastante más que en las mujeres y en comparación con el año 2007, respecto a 2014 este tipo de fallecimientos han aumentado un 20%. Por franjas de edad, este incremento corresponde más a personas en torno a los 50 años. Ese aumento en los últimos años, y con respecto al año previo al inicio de la crisis pone sobre el tapete una cuestión, ¿este llamativo incremento se debe a actual situación de crisis? No sólo existe un interesante debate en el mundo profesional sobre si esta es la causa directa o sólo están relacionados, es también extensible al mundo de la comunicación, ¿hasta qué punto no es importante explicar el contexto en el que suceden estos suicidios? En el caso de que se compruebe que las causas vienen de la crisis económica y financiera. De ser así, estaríamos hablando del suicidio anómico que desarrolló el sociólogo Emilie Durkheim.
Según las voces de algunos expertos, esa incitación al suicidio en el caso de que salga en los medios, y además se oculta que se trata de un grave problema de salud pública. En este sentido, es recomendable este estremecedor reportaje de Documentos TV, ‘Supervivientes‘, en el que se pone de relieve este gran problema, aún tabú en nuestro país, sobre el que hay muchos prejuicios y sobre el que es necesario establecer un plan de prevención. Independientemente de que este importante aumento tenga que ver o no con la crisis, la realidad es que detrás de muchos casos también hay muchos problemas psicológicos; de conductas o trastornos mentales. El hecho de romper ese tabú para que sea tratado de forma más amplia en la opinión pública también debería ayudar a la concienciación sobre el mismo y a poner en marcha medidas que empiecen a paliar la situación, pues los suicidios también dejan graves secuelas en las familias y círculos cercanos que las sufren.
En este sentido, desde la OMS y la Asociación Internacional de Prevención del Suicidio (International Association for Suicide Prevention-IASP) están intentado resaltar este problema para incidir en la necesidad de que se desarrollen políticas nacionales para prevenir los suicidios. No es algo que ocurra únicamente en nuestro país; a nivel mundial, son 800.000 mil personas las que fallecen por este motivo cada año. Y eso que se trata de una cifra a la baja, debido a que no hay falta de procedimientos a la hora de registrar los suicidios, al estigma asociado a estas muertes o a sanciones religiosas y jurídicas contra estas defunciones en algunos países. Aunque es una tarea difícil, en las personas vulnerables que pueden tener estas tendencias, hay que preguntarles por su estado de ánimo, escuchar activamente sin prejuicios, mostrar interés, crear sentimiento de comunidad con ellos para no aislarlos y que sientan nuestra presencia para conectarles con la vida. Son algunas de las recomendaciones que se indican desde estos colectivos. Y por supuesto, es indispensable difundir los recursos que existen en la sociedad (servicios de salud mental, ONGs, asociaciones vecinales o de autoayuda…) y coordinar los recursos de la comunidad.